Mohammad Rafi Aziz- Coordinador de Respuesta Humanitaria en Save the Children Afganistán
Las inundaciones repentinas son una experiencia aterradora a plena luz del día. Una enorme masa de agua con fuertes corrientes que arrasa todo lo que encuentra, y donde intentar colgarse de algún sitio puede ser la única manera de mantenerse con vida.
Es difícil imaginar las consecuencias de que hubiera ocurrido en la oscuridad. Es lo que los niños y las familias en el norte de Afganistán tuvieron que sufrir cuando las inundaciones arrasaron sus casas y pueblos mientras dormían hace dos noches, devastando sus casas, matando a decenas de miles de cabezas de ganado y poniendo a aproximadamente a 50.000 personas en necesidad de ayuda. Las cifras iniciales indican que hay por lo menos 500 familias desplazadas en Jawjzan y 300 en Faryab, pero entendemos que ese número aumente significativamente a medida que el gobierno y los organismos de ayuda comiencen a entender el impacto de las inundaciones.
Hasta el momento, al menos 123 personas han fallecido y muchos más siguen desaparecidos, un gran porcentaje de ellos niños, que lamentablemente por su tamaño son más ligeros y más fácilmente arrastrados por las fuertes corrientes.
Nuestros compañeros en Balkh, Jawjzan, Sar-e-Pul y Faryab se pusieron a trabajar inmediatamente con el gobierno y otros organismos para evaluar las áreas afectadas. El material de emergencia y ayuda ya está preparado para su distribución inmediata: mantas de salvamento, agua y pan, así como productos de higiene y artículos para el hogar que probablemente se han perdido en las inundaciones.
La evaluación de daños y distribución no serán fáciles. Las inundaciones han aislado a poblaciones de la ayuda que necesitan mientras que los trabajadores de rescate y las agencias de ayuda tratamos de conseguir una vía de entrada. Es posible que los niños estén durante días sin agua limpia, comida caliente, mantas o refugio. La situación, sin embargo, aún no está clara, ya que es difícil acceder a las zonas más afectadas y las señales de comunicación no son buenas.
Los niños en estas zonas son vulnerables y viven a menudo en la pobreza. El impacto de esta inundación podría empeorar significativamente su situación. Las pérdidas en las tiendas de alimentos, cultivos y ganado, podrían conducir a un aumento en la desnutrición en una zona con altos índices de desnutrición ya existentes. Esto podría tener un impacto permanente en el desarrollo mental y físico del niño, disminuyendo aún más sus posibilidades de romper el ciclo de la pobreza.
Los próximos días serán cruciales. Los niños y las mujeres son siempre los más vulnerables en cualquier desastre y llevan el peso de malas condiciones de vida en el período posterior de la misma. El agua contaminada y estancada puede causar enfermedades. El estrés y las condiciones de hacinamiento, y la falta de intimidad, puede conducir a un aumento de la violencia y el abuso.
Se estima que unos 30.000 niños se han visto sido afectados por estas inundaciones. Save the Children trabaja día tras día para llevar la ayuda necesaria a los niños más afectados y vulnerables y a sus familias.